El divorcio parece estar a la moda. El tiempo en cuarentena por la pandemia de Covid-19 generó las tasas más altas de separaciones a nivel mundial. Las últimas estadísticas revelan que, en México, de cada 100 matrimonios, 32 se divorcian por múltiples razones. Solamente en España, durante estos dos últimos años, han ocurrido más de 77.000 divorcios. Estados Unidos lidera la lista con 827.261 divorcios, solo en el año 2019, y le sigue Rusia con 583.942. Las cifras son alarmantes, dolorosas y tristes. Las consecuencias son aún más espantosas y devastadoras. Los más afectados no son los adultos quienes se separan, son los vástagos que quedan marchitos y secos. Hijos con un luto interno. Es cierto, los matrimonios cada día siguen realizándose en el mundo, pero muy pocos se mantienen juntos en el -tiempo.
Durante estos años de pandemia, el encierro definió a las familias y muchas no soportaron el fuego del confinamiento (cuarentena). Las asperezas, discusiones, diferencias y climas tensos se desarrollaron en una gran cantidad de hogares durante el aislamiento por la pandemia. Más de 24 horas al día conviviendo fueron suficientes para colapsar y obstinarse, hasta el punto de dejarlo todo. Pero, no importa si tus padres se divorciaron en tiempos de Covid o antes de la pandemia, lo más doloroso es que ellos perdieron el juego de la vida y sus fanáticos quedaron devastados.
¿Te consideras un fanático perdedor, desilusionado sin visión de futuro, confundido, porque no sabes qué pasará con tu vida ahora que tus padres se separaron?
Así quedamos cuando pierden los jugadores que más admirábamos, por quienes lo dábamos todo en el terreno, pues eran nuestra única esperanza y protección; papá y mamá. Yo sé muy bien cómo te sientes. Estuve ahí en las gradas derrotada, muy triste por años. Sin consuelo, con mil preguntas, confusas y crueles, que aterraban mi alma. Preguntas sin respuestas al momento, y por años no las tuvieron. Estaba herida, con un puñal clavado en el pecho, clavado por los seres que más amaba. Mi vida no tenía sentido y no comprendía mi realidad.
Entonces, por eso escribí este libro, pensando en ti, porque al ponerme en tu lugar sentí un frío estremecedor cuando recordé todo lo gris que estaba mi camino, desde que mis padres se divorciaron. Andaba sin una luz que me iluminara y guiara mis pasos. Mi vida se encontraba en oscuridad, pero no tardó en llegar esa luz, una luz que empezaría a iluminarme para entender muchas cosas. Esa luz es la que estará guiándote durante toda esta lectura. Abre bien tus ojos y tu corazón para que puedas ser alcanzado por esa luz al final del túnel. Una luz tan resplandeciente que no dejará un pedazo de ti sin ser alumbrado. ¡Florecerás!
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